viernes, 3 de junio de 2011

Leyendas de xalapa

En Xalapa tambien su parte tenebrosa son "Las Leyendas" ya que es importante por que cuentan un poco de xalapa.

Leyendas de Xalapa son:

El callejon de Jesus te ampare.

Había llegado una familia de España con una joven de 17 años. Se trataba de una bella muchacha, que se puso de novia con un estudiante xalapeño. El prometido, un año mayor que ella, tenía permiso de los padres para visitarla formalmente. Cada noche, Cosme de Taboada iba a verla, y a platicarle a través de las rejas del balcon, y hasta ya muy tarde, la amorosa conversación de la pareja se prolongaba.
 El callejon del diamante
Esta estrecha calle se localiza en el centro de la ciudad de Xalapa; sube desde la avenida Enríquez hasta la avenida Juárez, y su nombre actual es primera de Antonio María de Rivera. En la actualidad es un turístico callejón con restaurantes, cafeterías, artesanos (los famosos hippies) y tiendas muy concurridas. Se cuentan dos leyendas sobre esta hermosa calle.

tuvo un socio al que quiso como a un hermano, invitándolo siempre a su casa, para que convivieran los tres como una familia. Pero entre la dama y el atribulado amigo nació un sentimiento amoroso, que aumentaba con las diarias visitas, y aprovechando las ausencias del desafortunado cónyuge, consumaron la pasión.Cierto día, ella aprovechó un viaje de su marido para ir a casa del amante y, por razones que se ignoran (quiza la superstición), ella se quitó el anillo y lo colocó en el buró, cerca de la cama. Tal vez el apresuramiento y la zozobra, cuando salió de ahí, la alhaja fué olvidada en aquel mueble.Cuando regresó el español, guiado por una fuerza extraña, lo primero que hizo fué visitar al amigo, a quién encontró en la alcoba durmiendo la siesta. Al entrar en la habitación lo primero que vió fué el diamante negro de su esposa en el anillo. Lo tomó, salió rapidamente de ahí y se dirigió abatido a su hogar. La esposa salió a recibirlo como si nada hubiera pasado; él, al besarle la mano, confirmó la ausencia del anillo y reafirmó sus sospechas. Enloquecido, desenvainó su puñal y lo clavó en el pecho de la mujer... arrojó sobre el cadáver de la esposa el anillo de diamante negro y desapareció para siempre.La gente que habitaba por ahí, en aquel entonces exclamaba: ¡Vamos a ver "el cadaver del diamante"! Despúes solo decían : ¡Vamos al Callejón del Diamante!, que la tradición ha mantenido a través de varios siglos hasta nuestros tiempos.

La cuesta de tio machado.
Narran los vecinos de estas empinadas callejuelas, llamadas hoy primera y segunda de Betancourt, que hace tiempo la población conoció ese lugar corno Cuesta de Tío Machado, camino que iba de Ursulo Galván hasta Juárez y terminaba en un sitio arbolado de frondosos jinicuiles, muy famosos porque la muchachada del vecindario se disputaba habitualmente las sabrosas vainas.

Allí vivía don Julián Machado Llausás, de origen cubano. Este caballero se había casado con una refinada dama xalapeña, pero el destino le deparó la desgracia de quedar viudo y sin hijos al poco tiempo. Su soledad se vio atenuada por la compañía que le daban los niños del barrio, a quienes contaba entretenidas historias de su tierra y correspondía la visita de los pequeños con dulces, regalos y monedas.

Dicen tambien que él acostumbraba a llamar cariñosamente "tío" a todos los vecinos. Por lo mismo, chicos y adultos lo nombraban Tío Machado. Así se le conoció a esta calle durante varios años: "La cuesta de Tío Machado".

El chango de la calle de Guerrero.
En la calle Guerrero, vivió hace tiempo una muchacha de unos dieciocho años, que tenía como mascota un chango. Ella era hija única y quería mucho al animal.


Este cariño fue recíproco, al grado de que el mono se ponía muy celoso cuando la visitaba su prometido. El mico intentaba morder al muchacho o hacía travesuras para llamar la atención de la pareja.


Un día, el novio se acercó a ella para besarla, y el simio que se encontraba detrás de él, se le encaramó y lo sacudió violentamente hasta desnucarlo.
El manto de la sexta de juarez.
Cuentan que en la Sexta de Juárez, se aparecía un señor cubierto con un manto café y encapuchado. Se le podía ver en las noches, porque era cuando robaba cosas y también niños.



Al principio, pensaron que se trataba de un maniático. Por eso un hombre se ofreció valientemente a atraparlo y desenmascararlo.


Su sorpresa fue enorme, cuando después de corretear y capturar al perverso ladrón, quitándole el manto y la capucha, se quedó sólo con la indumentaria en la mano, dándose cuenta que ésta nada más cubría un vacio.
Xallac.
La exhuberancia de flores, frutos, árboles y fauna, dió al Macuiltépetl un paisaje envidiable y la visión mágica de un paraiso. Se sabe que hace mucho tiempo, antes de la llegada de los españoles, había una laguna en los bosques del cerro. Ahí vivía una tribu teochichimeca, a la que pertenecía una doncella, enamorada del lugar. Solía dar largos y fascinantes paseos entre las numerosas veredas. La cautivaban los sitios frondosos, embellecidos por el color y el perfume de las flores.


La felicidad de la joven terminó pronto con la primera invasión que hicieron los mexicas para conquistar la región del Xallapan. El pueblo teochichimeca se vió obligado a retirarse y buscar otros lugares para levantar nuevamente sus caseríos. La única que no quiso abandonar el cerro y escapó hasta lo más recóndito del monte, fué Xallac, a quién su raza la consideraba como la joya más preciada entre los habitantes por su belleza y sabiduría en plantas y animales, a los que ella amaba profundamente.


El pueblo, al conocer su ausencia, la buscó por todos lados, sin poder encontrarla; y los mayores decidieron irse sin ella, abrumados a raíz de los constantes ataques del enemigo.

Xallac, en un principio, vivió aterrada en la soledad de los escondites; sin embargo, su temor se apaciguó por ser amiga de los animales y convivir con ellos, hasta con los más feroces.


Aunque su desafiante actitud al comienzo le sirvió para resistir su gran nostalgia, una tristeza se apoderó de Xallac, y no pasaba día en que no dejara de llorar.


Ya nunca más se supo de ella y, hasta hoy, los que recuerdan esta hiostoria creen que se deshizo en su propio llanto, del que brotarían los manantiales de la ciudad.
La leyenda de xallapan.
Corría el año de 1500, mucho antes de la llegada de los españoles. En los primeros cuatro barrios de Xallapan, ya había caserios de distintas razas que la rodeaban, como Coatepec, Xico, Xilotepec, entre otros. Los pueblos se unían por estrechas selváticas veredas que comunicaban las diversas lomadas.


En ese entonces, unos de los reyes aztecas mandó una expedición a conquistar gran parte de los reinos veracruzanos. A la llegada, los guerreros se asombraron de la gran variedad de pájaros de coloridos plumajes, que revoloteaban sobre un lago azul. Se acercaron más, como hechizados, y recibieron una gran sorpresa al ver que el agua se convertía en un jardín con hermosas flores que jamás habían visto. En su centro se encontraba una joven ataviada con un bello huipil, de quien provenían delicados perfumes. Ella los saludaba, dándoles la bienvenida y pidiéndoles que se acercaran.


Con temor y admiración, los aztecas accedieron al pedido de la doncella. La joven les advirtió enérgicamente que, a pesar del vasallaje, el lago y el jardín serían sitios en los que ella reinaría, protegiéndolos. También añadió, como profecía, que ese lugar sería el nacimiento de una gran cultura y una importante ciudad, custiodadas eternamente por el Citlaltépetl. Así fué como nació Xallapan.

Un día nublado y de incesante chipi-chipi, pasó junto a la ventana de la casa un viejo ebrio, quién resentido por la muerte de su esposa, y al ver la dicha de los enamorados, le vinieron oscuros deseos de matar.

La pareja platicaba abstraida en sus proyectos de matrimonio a traves del enrejado. El muchacho, apoyado en los barrotes, no vió al agresor acercarsey sacar del cinto una navaja, con la que le produjo numerosas heridas mortales sobre la espalda. La prometida, horrorizada, solo pudo exclamar: "¡Cosme, que Jesús te ampare!".

Desde entonces, el pueblo comenzó a llamar a ese lugar: "El Callejón de la muchacha de Jesús te ampare"; y más tarde, la frase se redujo a: Callejón de Jesús te ampare.

Este callejón en la actualidad se llama Cuahutémoc, pero su antiguo nombre proviene de una leyenda de la época colonial, cuando Xalapa era Villa:

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